PARAÍSO
Al
regresar a casa, el chasquido de la cerradura le engulló en un mal augurio y un
premonitorio escalofrío se extendió por su cuerpo. El miedo se apoderó de él...
Conocía la sensación, pero prefería obviarla ya que estaba respaldado por la
bravura de las personas que actúan de manera discriminatoria hacia la mujer y cómo no, la suya pertenecía a ese
bando. El modus operandi para lograr su fin se ceñía siempre a los mismos argumentos,
Incapaz de rectificar o susurrar, ¡lo siento!. No apoyaba sus planes ni deseos…Unas
veces le acusaba de infiel, y otras de lo mal arreglada que iba…A menudo le
subestimaba sin piedad…Le comparaba con las gestas realizadas por su madre…Sus
palabras sentenciaban verdades plenas y absolutas…” Si una mujer no comprende
algo, es debido a su grado de estupidez o poca inteligencia, ¡Mujeres!… Le
incomodaba si ella no imitaba con la misma sutileza y amabilidad lo que él exhibía
hacia los demás en cada momento…Fracasaba y menospreciaba algún comentario o inquietud
que ella pudiera expresar, escudándose en su ejemplar figura, que no contemplaba
trabas ni inconvenientes …” ¿Y qué problema hay …?” … Exhibía y
promulgaba rectitud en conceptos básicos del aseo personal. Su vestimenta
siempre reglada, y todo al punto masculino…Se pavoneaba con una gracia singular
en aquellas labores desarrolladas por la mujer englobadas dentro del plano del
hogar, jamás en el profesional… Aumentaba su manipulación, cuando resolvía
utilizar la mentira para argumentar algún fin personal. Ocultaba información
empleando evasivas si tenía que justificar actos carentes de transparencia. Pero
en contra, procuraba saber todo lo realizado por ella, hasta el último detalle…
Siempre disponible para efectuar desinteresadamente cualquier asistencia que alguien
necesitara …aunque en el fondo reconocía que en esta vida no hay nada gratis… Si
algo no resultó como él lo hubo planificado, quedaba incapacitado ante la
introspección, eso no se había inventado para su persona, culpándola. Apostillándole
que, debido a sus intrusiones, la relación se iba a pique, induciéndole de este
modo, al miedo por una posible separación entre ambos…Hombre paciente. Gustaba
escuchar las distintas versiones sobre algún problema surgido si ella estaba
involucrada, para contrastarlo y él poder dictaminar. Ni decir tiene quién se
llevaba la peor parte...Usaba su carisma para lograr beneficios, en especial
desplegaba encanto con las señoras. Ese encanto quedó en el pasado hacia ella,
solo constituía una sombra; o a la contra jugaba a ser víctima o mártir.
En la
mesa el último cuaderno de hojas blancas que estaba utilizando y sobre éste un
lápiz. El aire hablaba de una nebulosa confusa, apreciándolo enrarecido. Sabía
que allí se concretaría el término, la despedida. Titubeó antes de iniciar la
apertura de la sólida puerta. Temblaba sin poderlo ocultar. Ella se había marchado. Hizo realidad aquello
que con tanta astucia ocultaba su silencio.
Saturada de acumular circunstancias tan
repetidas como silenciadas por acción u omisión… por tan abultada suma en
desacuerdos y discrepancias; por aquellas conductas, dominantes y abusivas; por
las amenazas, aterradoras y sobrecogedoras; por la manera de resolver las
circunstancias hostiles, tremendas y espeluznantes, por las invenciones, o
manías hartas de rectitud -las mismas que a veces él incumplía- … por las
numerosas ofensas a su persona, todo era justificable y justificaba el adiós.
Así encaminó hacia el punto y final dicha convivencia.
En aquel lugar idílico se reunían cada tarde,
el mar, sus recuerdos y él. Los ocasos acompañados de su paleta multicolor y
los utensilios para escribir, eran los únicos compañeros en su endiablada
soledad. Torpeza de principiante dejar escapar a la mujer que marcaría
ausencias en cada poro de su piel.
Le resultaba casi imposible separarla de su
pensamiento.” Mi desesperación es extrema, casi un delirio…”- meditaba en sus
largas horas de soledad. En semejante torbellino de rojos y naranjas que
componían los atardeceres, así como los verdes y azules del infinito mar,
aflojaba el nudo que le oprimía la garganta. Negociaba, traficaba sueños y
promesas con la realidad, aunque ya todo resultaría inútil. La que fuera su esposa
durante casi tres décadas le conocía a la perfección. Sabía que allí arrojaría
todas las emociones día a día, en su paraíso; el confeccionado por y para él. Un nirvana junto al rompeolas que atravesó lo
profundo de su ser.
ESTRELLA DE ÁNGELES BAMORE
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