TRIPLE MORTAL
Soportó la difícil tarea de estar sin su
persona el tiempo que le prorrumpía la razón. Intentó dar de lado a la gélida e
inevitable ausencia, al inhóspito y agreste olvido. Pero no lo consiguió, ante
todo y sincerándose a sí misma, porque el fin propuesto no le emergía de la
hondura del corazón. De esta forma se topó de bruces con la realidad,
rebuscando entre la poca sensatez que ostentaba en estos casos y creyó resolver
la cuestión, dándola por zanjada. Con
cierta dosis de tozudez se resistía a enterrar cuanto hubo compartido con
Vanessa en aquellos escasos años. Su
figura le resultaba sumamente enriquecedora… poseía el encanto de transformar
el eco del silencio en palabras reconfortantes, convertir en poco tiempo
dóciles las aguas trémulas. Se aferró con tanto entusiasmo a su semblante que
arrinconaba sin pensárselo otras realidades.
Reconocía,
no obstante, un alto frenesí en toda esa situación excepcional, pero igualmente
y en la misma proporción, no encontraba el bálsamo que le recolocara en la
salida de lo más próximo a la cordura. Ignoraba fórmula alguna para detener
todo aquello. Se sentía bien.
…Por
sugerencia de Vanessa mantuvieron comunicaciones breves, casi siempre en el
mismo lugar, casi siempre en un punto fijo, casi siempre de una duración
equivalente a la velocidad del rayo, casi siempre con un cariño condensado en
el tiempo, pero siempre envuelto en magia. Su extrema experiencia y madurez les
servía de estandarte en este itinerario. Debió observar en Marta cierta
debilidad, carencia o vacío, que le suscitó promover este nuevo apoyo
psicológico como los que acostumbraba en su actividad didáctica. A sus ex
alumnos les producía una gran satisfacción la noticia de los encuentros con su
antigua profesora en un entorno diferente (ya casi álbum del recuerdo) … aquella
aula de dimensiones fantásticas dotada de incontables enseres y reclamos
dispuestos al aprendizaje, sus pupitres…Por la dulzura, el cariño, la entrega
que continuaba mostrando hacia ellos…porque a ella le imantaba su seguridad y
se encontraba complaciente con su presencia.
En su
lugar de trabajo Vanessa era como vergel en la superficie lunar. Su encanto
difundía como polvo de estela, como reguero incansable en tierra fértil. Así
Marta sin llamarlo a la meditación, sin poner trincheras a ese deleite
instintivo se subió a su fulgor viajando en él cuanto le permitió el trayecto,
observando sus secretos, desplomándose ante sus encantos. Vanessa jamás
modificaría esa conducta inherente, tan propia, tan fascinante que
misteriosamente le segregaba cada poro de su piel.
Marta se
embriagó de esta personalidad en tal enclave y siguió de su mano por un tiempo,
compartiendo problemáticas escolares, eventos, incidentes…. Esperaba noticias
de ella como rayo de sol en un invierno polar. Y así transcurriría el tiempo,
más, suscitaba en la madre intensos deseos de agradecimiento o de
correspondencia. A veces experimentaba sentimientos de inferioridad,
sintiéndose postergada o atrasada… pese a las inyecciones incentivadoras con
las que frecuentemente Vanessa le disuadía.
La
necesidad paulatinamente se iba forjando al pretender aumentar o consolidar
esos lazos de concordia. Cierto paralelismo creó otros…Todo aparentaba ser
agradable. No pretendió nada diferente a lo que se exhibía entre esas fronteras.
Aunque le despertó del letargo unas neuronas atrofiadas por el tiempo con una
leyenda que decía: “Has sobrepasado los límites de mi espacio”Y conociendo a Marta
ella ni siquiera hubiera calculado esta dimensión. Quizá por ahí empezó a
desvirtuarse toda la diligencia.
Meditaba
cualquier medida que le embargara el pensamiento. Su semblante se asemejaba al
de una fiera enjaulada. Deambulaba entre la rutina diaria con un aspecto
cansado, ido, tal el que no duerme en tres días, y con una huella a fracaso
absoluto zarandeándole tercamente la conciencia. Entonces siguió por otros
compases, creyendo iban a ser más atinados y de los que esperaba una mayor
ventura. Anhelaba desviar de su mente esa sensación de… reincidente por una mala
conducta persecutoria y cansina, que como la sutileza de un pecadillo inocente,
se hubo instalado ciegamente entre sus sentidos. Por tal acción y
correspondiente efecto Marta, abatida, llegó a la conclusión de que sea cual
fuere la pretensión solicitada, era la misma que le inducía al fracaso. Llegaba
tanto a incomodarle como el llanto pertinaz de un niño. De lo que sí estaba plenamente
segura es que nunca se libraría de su hado el cual le merodeaba incansablemente
domo la oración del trapecista en el Triple mortal.
Rebuscaba
entre sus adentros errores mayúsculos o traspiés que resultaran ofensivos, conversación
o gesto equivocadamente articulado. Siempre hospedaba en su conciencia alguna
cuestión que le inducía al arrepentimiento, pero no por poner en tela de juicio
sus propósitos, sino porque nunca localizaba una puerta segura donde
esconderse. Ocasionalmente imitaba situaciones vividas en su piel con
anterioridad expresada por otros, pero se topaba igual con el fracaso incontestable.
Se presuponía torpe porque no comprendía a las gentes de su alrededor a nivel
particular ni la del planeta en general. No entendía a nadie, a veces ni a ella
misma. Creció entre la selva virgen, en su burbuja totalmente estéril e infranqueable
a cualquier intruso. ¡Todo lo demás tenía un extraordinario parecido a aquella
gaviota aturdida que llegó por error, claro! al mismísimo Madrid.
Dada la afinidad existente entre ambas y el cariño que la profesora dedicaba a sus alumnos, entrañablemente éstos le invitaban a casa a tomar café o darse un baño en la piscina. Pero el éxito jamás recayó a ese borde de la tapia. La madre de éstos deseaba servirle con el mismo grado de atención y afecto que ella les dedicaba. Aunque una vez más todo pareciera descabellado. Navegar por lo desatinado era la tónica general. Marta escuchaba en silencio pequeños secretos que Vanessa le confesara, pero se limitaba a callar…respetaba sin juzgar. Estos movimientos pudieran traducirse mal interpretados sobrepasando los extremos desilusión-desencanto. Reconocía no agradar, lo que en un principio empezaba a plantearse ir soltando amarras porque Marta ya no aportaba ápice atrayente y positivo a Vanessa. Lo debió vislumbrar con anterioridad…qué difícil le resultó la travesía. Y así como la ola golpea la roca una y otra vez, evocaba el pensamiento de los límites y el espacio…
ESTRELLA
DE ÁNGELES
BAMORE
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