…Al
regresar a casa, el chasquido de la cerradura le engulló en un mal augurio y un
premonitorio escalofrío se extendió por su cuerpo. El miedo se apoderó de él...
sobre la mesa un cuaderno sin usar, de hojas en blanco, semejante a los
empleados por ella y sobre éste un lápiz. En el aire pululaba una nebulosa
confusa… lo apreciaba enrarecido. Ella se marchó.
En aquel lugar idílico se reunían cada tarde,
el mar, sus recuerdos y él. El ocaso, con su paleta de colores y los utensilios
de escribir eran los únicos compañeros de su endiablada soledad. Su torpeza de
principiante dejaría escapar a la mujer que marcaría ausencias en cada poro de
su piel. Le resultaba casi imposible separarla de su pensamiento.” Mi
obstinación es extrema, casi un delirio…”- meditaba en sus largas horas de
reflexión. En semejante torbellino de rojos, naranjas, verdes y azules, aflojaba
el nudo que le oprimía la garganta estampando el pesar entre sus páginas. Ella le
conocía a la perfección. Sabía que allí arrojaría todas las emociones día a
día, en su paraíso, esperando la quietud del día. Un nirvana junto al rompeolas
que caló en lo profundo de su ser.
ESTRELLA DE ANGELES BAMORE
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